En abril de 2003, cuatro leones escaparon del zoológico de Bagdad durante el bombardeo de Irak. Vagaron por la ciudad hambrientos, hasta que fueron encontrados por soldados de EEUU. Su historia, o al menos una versión de ella, es narrada en Pride of Baghdad, novela gráfica publicada por Vertigo en 2006, escrita por Brian K. Vaughn e ilustrada por Niko Henrichon.
El relato acompaña a los leones en su escape del zoológico y su redescubrimiento de la libertad en medio del caos de una ciudad asolada por la guerra, mostrándonos el shock que experimentan al pasar de un ambiente controlado en que tenían seguridad y comida garantizadas, a un vasto y desconocido territorio dominado por veloces e imparables tanques y donde en cualquier momento pueden caer bombas del cielo. A medida que hacen frente a la incertidumbre de su nueva situación, los leones se preguntan si el precio pagado por su libertad recobrada vale la pena: ¿Qué es preferible, vivir en un cautiverio cómodo y seguro que termina por atrofiar tus instintos y tu mismo espíritu; o ser libre para alcanzar la plenitud en un medio ambiente inseguro, peligroso, incluso cruel, en que la muerte acecha a la vuelta de cada esquina? ¿Dónde preferiríamos que crecieran nuestros hijos? A medida que avanza la lectura, rápidamente queda claro que la experiencia de estos leones es un reflejo de lo vivido por la nación iraquí en esos mismos momentos, al ser «liberada» de un régimen tiránico mediante una operación militar que tuvo un altísimo costo en vidas y daños físicos, materiales, sociales y culturales, y cuyas consecuencias perduran hasta la actualidad. Por supuesto, los paralelos no paran ahí; el dilema planteado por este cómic es aplicable a cualquier régimen autoritario en cualquier país.
El guión de Brian Vaughn es sumamente lúcido respecto a las implicancias de vivir durante años bajo una dictadura, y el efecto que esto puede tener en los pueblos y en el individuo (Lo cual me parece bastante meritorio, considerando que el tipo es estadounidense y en el primer mundo se suele tener una visión simplista de la vida bajo regímenes dictatoriales). Al inicio de la historia, los cuatro personajes principales representan algunos de los arquetipos clásicos que pueden encontrarse en un regimen político de esa índole: la anciana que simpatiza con el régimen por encontrarlo preferible al caos que lo precedió; el luchador de antaño que se refugia en añoranzas del pasado mientras acepta con resignación la situación actual por sentirse incapaz de cambiarla; la joven radical que secretamente busca armar una rebelión y es tildada de idealista ingenua; y el niño nacido en cautiverio/dictadura, que no conoce otra forma de vida y para quien la libertad/democracia son sólo cuentos de sus mayores, leyendas de un pasado extinto. A medida que la historia avanza, vemos cómo cada uno evoluciona a partir del encuentro con la libertad. La alegoría de la vida en dictadura y sus efectos queda así muy bien redondeada.
Pero el cómic no es una densa tesis político-filosófica para estudiantes de sociología; si así fuera, sería una lata. La historia también funciona en otros niveles. En primer lugar, es una muy entretenida historia de aventuras y supervivencia, con un devastador conflicto bélico de la vida real como telón de fondo. Es también una historia muy emotiva sobre un grupo de individuos maltratados por la vida, a quienes la guerra irónicamente les entrega una segunda oportunidad, a la vez que los obliga a estrechar lazos y convertirse en una familia. Es además una reflexión sobre el verdadero significado de la libertad, y sobre atreverse a seguir uno su propia naturaleza incluso bajo circunstancias extremadamente adversas; y también sobre los horrores de la guerra y cómo los más perjudicados por ésta son siempre los seres más débiles y ajenos al conflicto que quedan atrapados en el fuego cruzado.
Es una historia protagonizada por animales que hablan entre ellos, pero no es una fábula para niños; trata temas adultos planteando preguntas complejas y eludiendo las respuestas sencillas. La brutalidad que aflora en lugares donde impera la ley del más fuerte (ya sea en el reino animal o en una zona de guerra) es mostrada sin tapujos.
El arte de Niko Henrichon es una maravilla, por sí solo hace que valga la pena leer el cómic. La ambientación es sumamente efectiva e impresionante. La representación de la Bagdad bajo ataque de 2003, tanto en sus alrededores como en su núcleo urbano, es sumamente detallada y vívida. El color transmite a la perfección la atmósfera de las calles en plena guerra, se siente el calor sofocante y el polvo flotando en el aire. Las vistas panorámicas de la ciudad son de una belleza sobrecogedora y terrible.
Con los animales, Henrichon realiza una proeza impresionante: los leones, tortugas, monos, etcétera, están dibujados en forma impecablemente realista, sin exageraciones estilísticas ni deformaciones anatómicas que faciliten la representación visual de sus cualidades personales; sin embargo, las emociones, estados de ánimo y personalidades son transmitidas clarísimamente mediante un uso experto del lenguaje corporal y las expresiones faciales, logrando que la psicología de los personajes se sienta profundamente «humana» (aunque sean animales) y real. Es un ejercicio de virtuosismo tan sutil como magistral, verdadera magia en viñetas.
Además de la altísima calidad de las ilustraciones, cabe mencionar que el oficio narrativo de Henrichon es impecable en su ejecución del sobrio guión de Vaughn. Aquí no hay trucos narrativos rebuscados, demostraciones excesivas de ingenio en la disposición de viñetas, ni nada que desvíe la atención de la historia; hay simplemente una narración de estilo clásico muy bien ejecutada y fácil de seguir, con un hábil manejo de los diferentes puntos de vista de los protagonistas, así como de los cambios de ritmo en la acción. Por lo visto, ambos creadores tenían claro que este estilo era el correcto para sostener un guión con varios niveles de lectura y momentos de alta emotividad, y al mismo tiempo hacer la historia accesible a un público amplio y no necesariamente familiarizado con el lenguaje del cómic.
Leí Pride of Baghdad por primera vez hace años. Me parece que no había leído nada de Vaughn, pero bastó esta novela gráfica para que de inmediato pasara a ser uno de mis guionistas favoritos. A estas alturas el hombre es un superestrella del cómic estadounidense, gracias a su trabajo en series como Y: The Last Man, Ex Machina y Saga; y Pride of Bahgdad es ya una obra clásica dentro de su trayectoria. En 2014 fue reeditada en una edición de lujo con 30 páginas extra de material de preproducción, incluyendo la propuesta original y sketches preliminares de los personajes. En castellano ha sido publicada como «Leones de Bagdad» (El título es algo difícil de traducir, ya que tiene un doble sentido: «Pride» en inglés significa «orgullo», pero es también la palabra usada para hacer referencia a una manada de leones). Se trata de un excelente cómic que además, debido a su atractivo visual y su narrativa clara y fácil de seguir, es muy accesible para el público no acostumbrado a leer cómics. Si se busca un cómic para pasarle a alguien con el fin de revelarle el potencial de la narrativa gráfica, o para mostrarle que el cómic es más que superhéroes, Pride of Baghdad es una muy buena opción. Un cómic sumamente recomendable y digno de un lugar entre lo mejor de lo mejor de cualquier estantería. Muy recomendado.
PRIDE OF BAGHDAD
– Vertigo, 2006.
– Novela gráfica.
– Guión: Brian K. Vaughn.
– Ilustraciones: Niko Henrichon.
– Rotulación: Todd Klein.
– Portada: Niko Henrichon.